«SE OYE UNA VOZ DE ALGUIEN QUE LLORA AMARGAMENTE” (Jer 31,15)
1. Estamos viviendo momentos muy problemáticos en nuestro país; por una parte, compartimos con el mundo entero la grave situación de la pandemia del COVID-19 que se extiende masivamente en el país, pero, por otra parte, sufrimos los estragos de los graves problemas económicos, políticos y sociales que se intensifican cada día más generando sufrimiento e incertidumbre en la población.
2. Los arzobispos y obispos de Venezuela, pastores de esta iglesia y hermanos que vivimos en medio de nuestro pueblo y optamos preferencialmente por los pobres, compartimos esta dramática situación de dolor, violencia, y sufrimiento que padece la inmensa mayoría de los venezolanos y que hemos calificado como moralmente intolerable. La presencia de la pandemia no ha hecho sino poner en evidencia las múltiples carencias que sufre el pueblo y la incapacidad de dar respuestas adecuadas a ellas, más allá de soluciones parciales, necesarias, pero insuficientes, pues los males hay que arrancarlos de raíz.