Homilía Domingo Bautismo del Señor. 10 de enero de 2021.
(Isaías 42, 1 – 7 / Salmo 28 / Hechos 10, 34-38 / Marcos 1, 7-11)
El comienzo de la vida pública de Jesús es su bautismo por Juan en el río Jordán. Juan proclamaba "un bautismo de conversión para el perdón de los pecados". Una multitud de personas necesitadas de conversión, acudían a hacerse bautizar por él. "Entonces aparece Jesús". El Bautista duda. Jesús insiste y recibe el bautismo. Entonces el Espíritu Santo, viene sobre Jesús, y la voz del cielo proclama que él es "mi Hijo amado, yo tengo en Ti mis complacencias.
El bautismo de Jesús es, la aceptación y la inauguración de su misión. Jesús se deja contar entre los pecadores, porque es ya "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". Jesús, se entrega a cumplir la voluntad de su Padre. Y la voz del Padre responde que pone toda su complacencia en su Hijo. El Espíritu que Jesús posee en plenitud desde su concepción viene a "posarse" sobre él. En su bautismo, "se abrieron los cielos" para la santificación de la humanidad y una nueva creación.
Por el Bautismo, los cristianos renacemos del agua y del Espíritu para "vivir una vida nueva". Descendemos con Cristo para ser levantados con él. Pidiendo que el Espíritu Santo descienda sobre nosotros desde lo alto del cielo y que, vivamos como hijos de Dios.
En el Bautismo, Jesús nos das pistas de cómo vivir en relación con Dios y con los demás. Isaías anticipa que el Padre, ve en Jesús a su siervo, a quien Dios mismo sostiene, su elegido, en quien tiene sus complacencias. Que viene con el Espíritu del Padre, para que brille la justicia, con firmeza, sin titubeos. Para abrir los ojos de los ciegos, sacar a los cautivos de la prisión y de las mazmorras a los que habitan en las tinieblas. Todo esto desde la sencillez y la humildad, pues no gritará, no romperá y no va a hacer daño. Porque poseer la verdad y la razón, no nos autoriza a tratar mal a los demás.
Como afirma Pablo, Dios no hace distinción de personas, acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que fuere. Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús, que vino a anunciar la paz, pasó haciendo el bien y sanando a todos, porque Dios estaba con él.
Como personas de fe, en el inicio del año 2021, estamos orando a Dios para que elimine el mal azota la tierra. El virus que ha llevado a la humanidad al aislamiento físico y que ha impedido el normal desarrollo de la vida del ser humano. Y debemos seguir orando. Porque como nos dice Marcos en el Evangelio: Jesús es poderoso, nos bautizará con el Espíritu Santo y es el hijo amado de Dios, en quien tiene sus complacencias.
Podemos atrevernos a pedirle a Dios. Pedirle que elimine el virus, que elimine otros males como el egoísmo y la avaricia. En el mundo entero y en nuestro país. Que así, como en el 2020 se hicieron más evidentes unos males, que en este 2021 triunfe el bien sobre el mal y sea erradicado todo lo que causa daño, enfermedad, muerte, pobreza y destrucción.
Que el universo entero renazca a una vida nueva. Que Jesús pase por el mundo sanando a todos y haciendo el bien. Y que podamos cantar como lo canta el Salmo: La voz del Señor se deja oír, es poderosa, es imponente y el Señor se manifiesta sobre toda la tierra.