(Textos: He 6,1-7; 1Pe, 2, 4-9; Jn 14, 1-12)
Este domingo celebramos el Día de la Madre en toda Venezuela. Día tradicional, cargado de hondos sentimientos personales. Es un día de sentirse agradecido por la vida recibida, por el cariño con el que nos han acompañado nuestras madres, y que nos han hecho ser, en buena medida, lo que somos. Este es un momento de país donde, también, muchas madres están angustiadas por la suerte de sus hijos emigrados, en peligro, muertos o presos; madres con mucho dolor y mucho coraje para seguir luchando por una vida digna para sus hijos. Por el amor que han puesto nuestras madres en nosotros, se merecen y nos merecemos este alto para hacernos conscientes de hacia dónde se dirige nuestra vida, cuáles son las motivaciones que nos guían, los valores que nos sustentan. Otra razón más para detenernos y reposar en una escucha y mirada atenta a nuestros sentimientos y a los valores que nos fundamentan.